En estas fechas en las que, desde tiempos inmemoriales y en todas las culturas que se han ido sucediendo a lo largo de los siglos sobre este nuestro planeta azul, se celebran diversos ritos festivos que tienen como tema la muerte, los difuntos, los santos…ha venido a mi cabeza el recuerdo de la única mujer (que yo conozca, al menos) que sigue viviendo nada menos que sesenta y tres años después de haber muerto.
Efectivamente, se trata de Henrietta Lacks, de sobra conocida por los que se dedican a esto de la ciencia. Henrietta murió en el año 1951 a causa de un cáncer de cuello de útero. Un poco antes, su médico – George Otto Gey – había hecho un cultivo de sus células tumorales que resultó ser el primero realizado con éxito in vitro y que fue donado por Gey a todo científico que lo solicitara con la sola intención de beneficiar a la ciencia. Así, Henrietta, o mejor sus células, viajaron hacia varias partes del mundo bajo el nombre deHeLa, incluso al espacio exterior.
Las células HeLa sirvieron al doctor Jonas Salk para la realización de la vacuna contra la polio y aún hoy se utilizan en la búsqueda de posibles curas para la leucemia y otros tipos de cánceres, el estudio del comportamiento de las células, diversos estudios genéticos, efectos de drogas……y otros procesos.
Lo más curioso es que las células HeLa son inmortales. Todas las células, fuera del cuerpo humano, comienzan a morir antes de completar las cincuenta divisiones; pero esto no sucede con las HeLa, no sólo no mueren, sino que tampoco envejecen. Éstas ¡reproducen toda una generación cada 24 horas! por lo que se consideran un milagro de la medicina.
Pero, ¿qué hace que estas células se mantengan infinitamente vivas? En las sucesivas divisiones, los telómeros de las células se acortan. Para mantener el tamaño, la célula posee una enzima llamada telomerasa que lo repara. Pero, la función de la telomerasa va disminuyendo progresivamente, produciéndose envejecimiento celular. Cuando el organismo no puede parar esta función, las células no envejecen siguen reproduciéndose, dando lugar a tumores. Las células HeLa proceden de un cultivo de células tumorales.
El pasado mes de agosto, un equipo de investigadores de la Universidad de Washington presentó el genoma completo de estas células, lo que ayudará bastante en futuras investigaciones.
Todo esto nos deja pensar que, quizá no con la forma con la que estamos acostumbrados a vernos y dependiendo de las creencias de cada cual, la inmortalidad es posible y no sólo en la memoria de los vivos.
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