¿Madrugas o trasnochas?

Esta parece una de esas preguntas típicas para romper el hielo al ligar. Pero, la verdad, es que la respuesta podría no ser tan banal como, a priori, tendemos a pensar.

Preferir madrugar o trasnochar puede ser variable a lo largo de la vida, dependiendo de la edad, de las obligaciones, etc. A pesar de las diferentes etapas, unos funcionamos mejor cuando madrugamos y, otros, a altas horas de la noche. La razón es que, a pesar de nuestros deseos hacia un lado u otro, nuestra elección está condicionada por nuestros genes.

Es de sobra conocida la existencia del «reloj circadiano«, que marca los tiempos de nuestras funciones metabólicas y nuestra conducta, y del que hablamos hace ya algún tiempo en nuestra fanpage. También, que vivir a espaldas de él aumenta en mucho las posibilidades de padecer múltiples problemas crónicos de salud: diabetes, obesidad y problemas cardiovasculares.

Un estudio reciente, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Leicester, pone de manifiesto que hay diferentes versiones de genes expresadas en los ADNs de los madrugadores y de los trasnochadores. El estudio se ha realizado con moscas de la fruta (Drosophila), por poseer un reloj genético muy similar al de los humanos. Los investigadores observaron secuencias de ADN de especímenes que salían de su crisálida al empezar el día y otros que lo hacían bastante más avanzado el mismo.

Considerando que la sociedad en la que vivimos impone unos ritmos determinados, parece que conocer cuál es el ritmo de cada uno de nosotros, podría mejorar la productividad y minimizar el padecimiento de enfermedades crónicas.